xoves, 3 de novembro de 2016

La Generación del 98

La Generación del 98
1898
El siglo XIX termina con una grave crisis: el final del imperio colonial español. En 1895 se produce
el levantamiento de Cuba y en 1896 el de Filipinas, últimas colonias. España, aunque reacciona
ante las revueltas, sufre una derrota total y en 1898 se ve obligada a firmar el Tratado de París por
el que Cuba consigue la independencia, mientras que Filipinas y Puerto Rico quedan bajo el
control de Estados Unidos.
Este acontecimiento provocó en España una ola de indignación y protesta que se
manifestó en literatura a través de los escritores de la Generación del 98.
Generación del 98
Una generación literaria es un grupo de escritores que, nacidos en fechas cercanas y movidos por
un acontecimiento de su época, se enfrentan a los mismos problemas y reaccionan de modo
semejante ante ellos.
Generación literaria Generación del 98
- Un grupo de
escritores.
- Sus principales componentes son: Miguel de
Unamuno, Valle-Inclán, Pío Baroja, Azorín y Antonio
Machado.
- Nacidos en fechas
cercanas. - Todos nacen entre 1864 y 1875.
- Movidos por un
acontecimiento.
- El acontecimiento histórico que los mueve es la
decadencia española y el desastre de 1898.
- Se enfrentan a unos
mismos problemas.
- La imagen lamentable que presenta España, que
ha caído en la apatía y el desinterés.
- Reacción semejante. - Analizan los males de España e intentan proponer
soluciones.
España
Ante el estado de apatía e indiferencia en el que ha caído el país, se preocupan por encontrar la
verdadera esencia o alma de España y el sentido de la vida. Para esto utilizan tres vías:
• La literatura. Cada época literaria ha tenido sus modelos; los autores de la
Generación del 98 sienten especial debilidad por Gonzalo de Berceo, Jorge
Manrique, Cervantes y Quevedo. Admiran a Larra y a los ilustrados porque ya
habían sufrido y analizado estos problemas.
• La historia. En ésta es donde buscan estos escritores la esencia de España, los
valores de la patria y la raíz de los problemas presentes.
• El paisaje. Ven en el austero paisaje castellano el reflejo del alma y la esencia
que buscan. Recorren la meseta de Castilla describiendo minuciosamente la
pobreza de sus pueblos, la sencillez de sus gentes y lo extremado de su clima.
Esperan captar, a través de este paisaje, el alma de España.
Poema (Miguel de Unamuno)
Tú me levantas, tierra de
Castilla,
en la rugosa palma de tu
mano,
al cielo que te enciende y te
tiene en ti cuna el Sol y en ti
sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión
refresca,
al cielo, tu amo.
Tierra nervuda, enjuta,
despejada,
madre de corazones y de
brazos,
toma el presente en ti viejos
colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del
cielo
lindan en torno tus desnudos
campos,
redonda
y en ti me siento al cielo
levantado,
aire de cumbre es el que se
respira
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis
cantos,
si te son dignos bajarán al
mundo
desde lo alto!
Características literarias
Tras la pérdida de las colonias de América en 1898, año del que recibe el nombre esta
Generación, sus miembros reaccionan de manera similar:
• Se rebelan y protestan ante el atraso de nuestro país. Esto hace que
propongan soluciones para la reconstrucción de la agricultura, la educación, la
cultura y la economía del país. También proponen la integración de España en
Europa.
• Exaltan nuestros valores nacionales y patrióticos, a medida que adquieren un
mayor conocimiento y aprecio de España.
• Su afán reformador hace que adopten un determinado estilo literario para
exponer sus ideas:
- Lenguaje sencillo y expresivo que rompe con la retórica recargada de la
época.
- Vocabulario apropiado, con el fin de reflejar de la forma más justa posible
lo que se quiere expresar. De ahí que abunden palabras cultas, extranjeras
y populares.
- Predominio de la oración simple, concisa y breve, evitando los párrafos
largos y la subordinación.
Castilla (Azorín)
...No se divisa nada; indudablemente se ha empañado el
cristal. Limpiémoslo. Ya está claro; tornemos a mirar. Los
bosques que rodeaban la ciudad han desaparecido. Allá,
por aquellas lomas redondas que se recortan en el cielo
azul, en los confines del horizonte, ha aparecido una
mancha negra; se mueve, avanza, levanta una nubecilla
de polvo.
Autores
•Miguel de Unamuno y Jugo
Nació en Bilbao en 1864. Estudió Filosofía y Letras en Madrid y fue catedrático de griego en la
Universidad de Salamanca donde ejerció muchos años como rector. A causa de su oposición a la
Dictadura de Primo de Rivera, fue desterrado a la isla de Fuerteventura. Regresó en 1930 a
Salamanca donde murió el 31 de diciembre de 1936.
Unamuno es el escritor más representativo del 98 y todos sus compañeros de
Generación admiraron y respetaron su formidable y contradictoria personalidad, la
profundidad de su pensamiento y su estilo apasionado.
Toda su obra está llena de preocupación y problemática filosófica; pero sin perder su
valor literario. El autor siente una gran angustia ante la muerte y un deseo de vida
eterna que permita al hombre seguir existiendo. El problema religioso y la búsqueda
angustiada de Dios son un tema constante en su vida y en su obra.
Su estilo no tiene un claro propósito artístico; es seco, robusto y no siempre elegante,
pero extraordinariamente exacto e incitante. Le interesa expresar su mundo interior y
convencer a los lectores, por ese orden. De ahí que su tono sea apasionado y que sus
razonamientos no estén ordenados, sino en un continuo movimiento de vaivén. Su
vehemencia hace que utilice cadenas de sinónimos como si con una sola palabra no
bastara para expresar todo su complejo y rico mundo interior.
Su producción literaria es muy extensa, utilizando todos los géneros literarios:
• La novela es el género que utiliza para expresar sus propios problemas
personales como la sed de inmortalidad, el sentido trágico de la vida y la lucha
entre la razón y la fe. Destacan: La tía Tula, Abel Sánchez, San Manuel Bueno,
mártir, Niebla.
• En poesía deja ver su honda preocupación religiosa. El Cristo de Velázquez,
Teresa, Cancionero.
• Ensayos y artículos en los que Unamuno expone sus preocupaciones
patrióticas y el futuro del hombre más allá de la muerte. Vida de Don Quijote y
Sancho, Del sentimiento trágico de la vida, La agonía del cristianismo.
• Cuentos, como los recogidos en el libro El espejo de la muerte.
• Dramas. Soledad, Raquel, El otro.
Vida de Don Quijote y Sancho (Miguel de Unamuno)
Puedes leer un pequeño fragmento de la introducción de la Vida de Don
Quijote y Sancho, un largo ensayo en el que el autor comenta pasajes de la
novela tan importante de Cervantes e interpreta a sus dos protagonistas como
símbolos del alma española.
EL SEPULCRO DE DON QUIJOTE
Me preguntas, mi buen amigo, si sé la manera de desencadenar un delirio, un
vértigo, una locura cualquiera sobre estas pobres muchedumbres ordenadas
y tranquilas que nacen, comen, duermen, se reproducen y mueren.
... Esto es una miseria, una completa miseria. A nadie le importa nada de
nada. Y cuando alguno trata de agitar aisladamente este o aquel problema,
una u otra cuestión, se lo atribuyen o a negocio o a afán de notoriedad y ansia
de singularizarse.
No se comprende aquí ya ni la locura. Hasta al loco creen y dicen que lo será
por tenerle su cuenta y razón. Lo de la razón de la sinrazón es ya un hecho
para todos esos miserables. Si nuestro Señor Don Quijote resucitara y
volviese a esta su España, andarían buscándole una segunda intención a sus
nobles desvaríos. Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia, fustiga la
ramplonería, se preguntan los esclavos: ¿Qué irá buscando en eso? ¿A qué
aspira? Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con
oro; otras que es por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o
envidioso; otras que lo hacen no más sino por meter ruido y que de él se
hable, por vanagloria; otras que lo hace por divertirse y pasar el tiempo, por
deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les dé por deportes semejantes!
Fíjate y observa. Ante un acto cualquiera de generosidad, de heroísmo, de
locura, a todos estos estúpidos bachilleres, curas y barberos de hoy no se les
ocurre sino preguntarse: ¿Por qué lo hará? Y en cuanto creen haber
descubierto la razón del acto -sea o no la que ellos suponen- se dicen: ¡Bah!,
lo ha hecho por esto o por lo otro. En cuanto una cosa tiene razón de ser y
ellos la conocen, perdió todo su valor la cosa. Para eso les sirve la lógica, la
cochina lógica.
Comprender es perdonar, se ha dicho. Y esos miserables necesitan
comprender para perdonar el que se les humille, el que con hechos o
palabras se les eche en cara su miseria, sin hablarles de ella.
Han llegado a preguntarse estúpidamente para qué hizo Dios, el mundo, y se
han contestado a sí mismos: ¡para su gloria!, y se han quedado tan orondos y
satisfechos, como si los muy majaderos supieran qué es eso de la gloria de
Dios.
AZO
RÍN
Se llamaba José Martínez Ruiz. Nació en Monóvar (Alicante) en 1873 y vivió en Madrid
dedicándose al periodismo y a la literatura. Pasada su juventud vivió una vida tranquila sin hechos
destacables y murió en 1967.
Sintió profundamente los problemas de España y centró su atención en Castilla: sus
pueblos, sus hombres, su paisaje y su pasado histórico y literario.
Su estilo es muy personal, llamando poderosamente la atención su arte descriptivo. Es
capaz de percibir los más mínimos e insólitos detalles de la realidad. Se vale de una
técnica impresionista muy cercana a la utilizada por la pintura o por el cine, que
consiste en seleccionar unos cuantos detalles significativos de lo que quiere describir
para darnos, a través de ellos, la esencia íntima de la realidad descrita.
Su prosa, de estilo inconfundible, se caracteriza por una elegante, primorosa y
elaborada sencillez. La sintaxis es simple: frases cortas, normalmente coordinadas o
yuxtapuestas. El léxico, por el contrario, tiene gran riqueza y precisión.
• Novelas: La voluntad, Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo.
• Ensayos: Al margen de los clásicos, La ruta de Don Quijote.
• Libros de paisajes: Los pueblos, Castilla.
• Teatro: Old Spain, Lo invisible.
Castilla (Azorín)
Este texto pertenece a uno de sus libros de ensayos: Castilla, en el que como
dice el propio Azorín "pretende aprisionar una partícula del espíritu de
Castilla".
En el fragmento nos describe, con frases muy breves, la sequedad y
decrepitud de esta vieja y sufrida región. La lejanía del mar aparece casi en
cada frase acentuando, por contraste, la sequedad castellana
SEQUEDAD Y DECREPITUD DE CASTILLA
No puede ver el mar la solitaria y melancólica Castilla. Está muy lejos el mar
de estas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas; de estos barrancales
pedregosos; de estos terrazgos rojizos, en que los aluviones torrenciales han
abierto hondas mellas; mansos alcores y terreros, desde donde se divisa un
caminito que va en zigzag hasta un riachuelo. Las auras marinas no llegan
hasta esos poblados pardos de casuchas deleznables, que tienen un
bosquecillo de chopos junto al ejido. Desde la ventana de este sobrado, en lo
alto de la casa, no se ve la extensión azul y vagarosa; se columbra allá en
una colina con los cipreses rígidos, negros, a los lados, que destacan sobre el
cielo límpido. A esta olmeda que se abre a la salida de la vieja ciudad no llega
el rumor rítmico y ronco del oleaje; llega en el silencio de la mañana, en la paz
azul del mediodía, el cacareo metálico, largo, de un gallo, el golpear sobre el
yunque de una herrería. Estos labriegos secos, de faces polvorientas,
cetrinas, no contemplan el mar; ven la llanada de las mieses, miran sin verla
la largura monótona de los surcos en los bancales. Estas viejecitas de luto,
con sus manos pajizas, sarmentosas, no encienden cuando llega el
crepúsculo una luz ante la imagen de una Virgen que vela por los que salen
en las barcas; van por las callejas pinas y tortuosas a las novenas, miran al
cielo en los días borrascosos y piden, juntando sus manos, no que se
aplaquen las olas, sino que las nubes no despidan granizos asoladores.
•Pío Baroja
Nació en San Sebastián en 1872; murió en Madrid en 1956. Fue médico pero abandonó su
carrera para dedicarse a la literatura. Viajó mucho; sin embargo, su vida fue bastante tranquila.
Baroja fue un hombre solitario, independiente y profundamente sincero. Su visión de la realidad
española es amarga y pesimista, lo cual se refleja en sus obras, pero también se plasma su
espíritu sensible lleno de humor y, a veces, de ternura. Critica claramente los vicios que aquejan a
los españoles con una marcada intención reformista.
Todas las obras de Baroja pertenecen al género narrativo: novelas, cuentos y
narraciones cortas. Su estilo es vigoroso, dinámico y expresivo. Irrespetuoso con las
reglas gramaticales, no busca la corrección sintáctica y léxica, sino la sencillez y la
expresividad. Sus personajes suelen ser rebeldes, arrojados e intrépidos en contraste
con su falta total de fe en el mundo y en la acción.
Escribió sesenta y seis novelas además de otras narraciones. Entre ellas destacan: La
busca, Mala hierba, Aurora roja, La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz,
Zalacaín el aventurero, Camino de perfección.
Las inquietudes de Shanti Andía (Pío Baroja)
NUESTRA GRAN AVENTURA
Cuando vi que el Stella Maris quedaba abandonado, se me ocurrió el
proyecto de ir hasta él y reconocerlo. Tenía la ilusión de que, por una
casualidad, pudiese quedar a flote. Al exponer mi plan a Zelayeta y Recalde
les produjo a los dos un entusiasmo asombroso.
Decidimos esperar a que cesaran las lluvias; tuvimos que aguardar todo el
invierno. Las fantasías que edificamos sobre el Stella Maris no tenían fin: lo
pondríamos a flote, llevaríamos a bordo el cañón enterrado en la cueva
próxima al río, y nos alejaríamos de Lúzaro disparando cañonazos.
Un día de marzo, sábado por la tarde, de buen tiempo, fijamos para el
domingo siguiente nuestra expedición.
Yo advertí por la noche a mi madre que íbamos los amigos a Elguea, y que no
volveríamos hasta la noche.
El domingo al amanecer, me levanté de la cama, me vestí y me dirigí de prisa
hacia el pueblo. Recalde y Zelayeta me esperaban en el muelle. Zelayeta dijo
que quizá fuera mejor dejar la expedición para otro día, porque el cielo estaba
oscuro y la mar algo picada; pero Recalde afirmó que aclararía.
Ya decididos, compramos queso, pan y una botella de vino en
el Guezurrechape del muelle; bajamos al rincón de Cay Erdi donde guardaba
sus lanchas Shacu; desatamos el Cachalotey nos lanzamos al mar.
Llevábamos un ancla pequeña de cuatro uñas, atada a una cuerda, y un
achicador consistente en una pala de madera para sacar agua.
El viento soplaba con fuerza, en ráfagas violentas; las olas batían las rocas
del Izarra produciendo un estruendo espantoso y llenándolas de espuma.
Pasamos por delante de Frayburu, la peña grande, negra, la hermana mayor
de las rocas del Izarra, que desde el mar parece un torreón en ruinas.
Comenzábamos a acercarnos al Stella Maris. El aspecto de la goleta con los
mástiles rotos, tumbada sobre una banda como un animal herido en el
corazón, era triste, lastimoso.
El mar chocaba contra las peñas y sobre el costado del barco, produciendo
un ruido violento como el de un trueno; las gaviotas comenzaban a revolotear
en derredor nuestro, lanzando gritos salvajes.
Estábamos emocionados; Zelayeta y yo creo que hubiéramos vuelto a Lúzaro
con mucho gusto, pero nada dijimos. Recalde no era de los que retroceden.
Las dificultades y el peligro le excitaban. Proponiéndole volver no le
hubiéramos convencido, y, tácitamente, los dos más reacios nos decidimos a
obedecerle. Terco, pero sin arrebatos, Joshe Mari era hábil y marino de
instinto.
Sabía que había un canalizo estrecho, de cuatro o cinco brazas, entre los
arrecifes, y quería penetrar por él para acercarse a la goleta. Muchas veces
enfilamos la entrada del canal; pero al ir a tomarlo nos desviábamos.
Recalde nos mandaba aguantar en sentido contrario para detenernos.
-¡Ciad! ¡Ciad! -gritaba.
Y nosotros metíamos las palas de los remos en el agua, resistiendo todo lo
posible.
Hubo un instante en que no pudimos contrastar el impulso de una ola, y
entramos en el canalizo rasando las rocas, envueltos en nubes de espuma,
expuestos a hacernos pedazos.
Alrededor, cerca de nosotros, todo el mar estaba blanco; en cambio, por
contraste, más lejos parecía completamente negro.
La olas saltaban sobre las peñas con tal fuerza que, al caer la espuma en
copos blancos como nieve líquida, nos calaba la ropa.
A medida que avanzábamos en el canal, el mar iba quedando más tranquilo;
el agua verdosa, casi inmóvil se cubría de meandros de plata.
Cuando nos vimos en seguridad nos miramos satisfechos. Zelayeta se puso a
proa con el bichero y Recalde y yo, unas veces remando y otras empujando
contra las rocas, avanzamos despacio. De pronto, Zelayeta gritó, mientras
apretaba con el bichero:
-¡Eh! Parad.
-¿Qué pasa?
-Hay que pararse. Perdemos fondo.
El bote iba rasando la roca. Nos detuvimos. Estábamos a veinte pasos del
barco. Yo vi que de la popa colgaba una braza de cuerda; salté de peña en
peña y comencé a escalar el Stella Maris a pulso.
Al asomarme por la borda, una bandada de pájaros y de gaviotas levantó el
vuelo, y tal impresión me hicieron que por poco me caigo al mar.
Algunas de aquellas furiosas aves me atacaban a picotazos y revoloteaban
alrededor de mí lanzando gritos agudos. Con un trozo de amarra pude
defenderme y hacerlas huir.
-¿Qué pasa? -gritó Recalde.
-Nada -dije yo-. Son pájaros. Se puede subir.
-Echa esa cuerda.
Les eché una cuerda, que ataron al Cachalote, y luego, saltando como yo, de
una piedra a otra, subieron al barco.
•Ramón María del Valle-Inclán
Nació en Villanueva de Arosa (Pontevedra) en 1866 y murió en Santiago de Compostela en 1935.
Después de una accidentada estancia en México, paso la mayor parte de su vida en Madrid;
aunque siempre estuvo vinculado a su tierra gallega. Fue conocido tanto por el valor de su obra
literaria como por su extraña figura: largas melenas y barbas, vestidos estrafalarios y gestos
desmesurados de gran señor. Perdió su brazo izquierdo en una pelea. Dirigió en Roma la
Academia Española de Bellas Artes.
Aunque estudiamos a Valle-Inclán dentro de la Generación del 98, no mostró ningún
interés por muchos de los problemas ideológicos que preocuparon a los hombres de
su generación. Sus preocupaciones son fundamentalmente estéticas.
Cultivó todos los géneros literarios, pero destacó en la novela y en el teatro. Demostró
el magnífico dominio que poseía sobre los recursos expresivos del idioma. Su estilo
está marcado por dos etapas bien diferenciadas. Las obras de la primera están
escritas en una prosa refinada y exquisita, llena de musicalidad y de sensaciones de
color. La segunda se caracteriza por una visión pesimista de la realidad, que se
expresa a través de un lenguaje desgarrado y de un humor deformante. Crea
los esperpentos: obras en las que deformaba sistemáticamente la realidad mediante la
creación de personajes grotescos que se mueven en ambientes raros y sorprendentes.
• Sus obras de la primera etapa:
- Novelas: Las cuatro Sonatas, Los cruzados de la causa, El resplandor de
la hoguera, Gerifaltes de antaño.
- Teatro: Águila de blasón, Romance de lobos.
- Poesía: El pasajero.
• A la segunda etapa pertenecen:
- Novelas: Tirano Banderas.
- Teatro: Luces de bohemia.
- Poesía: La pipa de Kif.
Los cruzados de la causa (Valle-Inclán)
Esta novela histórica tiene como tema las guerras carlistas. El autor sitúa la
acción en su Galicia natal, lo que permite que pueda recrear de forma artística
el paisaje de su tierra, que tanto amó. Esta novela pertenece a su primera
época, en la que, influenciado por el Modernismo, no se propone ser fiel a los
acontecimientos históricos, sino crear un mundo de belleza.
En el fragmento puedes apreciar tres partes: La primera y la última nos sitúan
en el ambiente y lugar de los hechos. La parte central dialogada, nos
comunica los acontecimientos. En el texto hay un ambiente de misterio dentro
de una sensación de belleza lograda a partir del vocabulario, la sonoridad de
las palabras y el ritmo lento y pausado de las frases.
COMENTARIOS DE LAS MUJERES SOBRE LA GUERRA
Caballeros en mulas y a un buen paso de andadura, iban dos hombres por
aquel camino viejo que, atravesando el monte, remataba en Viana del Prior. A
tiempo de anochecer entraban en la villa espoleando. Las mujerucas que
salían del rosario, viéndoles cruzar el cementerio con tal prisa, los atisbaron
curiosas sin poder reconocerlos, por ir encapuchados los jinetes con las
corazas de juncos que usa la gente vaquera en el tiempo de lluvias por toda
aquella tierra antigua. Pasaron los jinetes con hueco estrépito sobre las
sepulturas del atrio, y las mujerucas quedáronse murmurando apretujadas
bajo el porche, ya negro a pesar del farol que alumbraba el nicho de un santo
de piedra. Voces de viejas murmuraban bajo el misterio de los manteos:
-¡Son las caballerías del palacio!
-Esperaban, días hace, al señor mi Marqués. Viene para levantar una guerra
por el Rey Don Carlos.
-¡Y el sacristán de las monjas espareció!
-Bajo el Crucero de la Barca dicen que hay soterrados cientos de fusiles.
-El sacristán no se fue solo, que con él se partieron cuatro mozos de la aldea
de Bealo. A todos los andan persiguiendo.
-No quedará quien labre las tierras. Aquellos mozos que no van a la guerra
por la su fe, luego se van por la fuerza a servir en los batallones del otro Rey.
-¡Nunca tal se vio como agora! ¡Dos reyes en las Españas!
-¡Como en tiempos de moros!
-Bárbara la Roja, que tiene al marido contrabandista, va diciendo por ahí que
el sacristán dejóse ver con una partida en la raya de Portugal.
-¡Santo fuerte, si lo cogen lo afusilan!
-¡Afusilado murió su padre!
-¡No hay plaga más temerosa que la guerra que se hacen los reyes!
-¡Las Españas son grandes y podían hacer partición de buena conformidad!
-Son reyes de distinta ley. Uno bueno cristiano, que anda en la campaña y se
sienta a comer el pan con sus soldados. El otro, como moro, con más de cien
mujeres, nunca pone el pie fuera de su gran palacio de la Castilla.
Amenguaba la lluvia, y las viejas dejaron el abrigo del porche, encorvadas
bajo los manteos, chocleando los zuecos. Se dispersaron, y algunas pudieron
ver que estaban iluminadas las grandes salas del Palacio de Bradomín. El
Marqués acababa de descabalgar ante la puerta que aún conservaba,
partidas en dos pedazos, las cadenas del derecho de asilo. El caballero
legitimista venía enfermo, a convalecerse en aquel retiro de una herida
alcanzada en la guerra.
•Antonio Machado
Nació en Sevilla en 1875; pero siendo aún muy pequeño se trasladó a Madrid con su familia. Fue
profesor de Francés en los institutos de Soria, Baeza, Segovia y Madrid. Cuando vivía en Soria, se
casó con Leonor Izquierdo. Consiguió un beca para ampliar sus estudios en París, pero tuvo que
regresar a causa de la enfermedad de su esposa. Su muerte causó en el poeta un gran dolor que
marcó toda su vida. Al estallar la guerra civil española, su espíritu liberal y republicano hicieron
que apoyara la causa del pueblo con su verso y con su ejemplo. En los últimos días de la guerra,
como tantos otros, marchó a un pequeño pueblo de Francia llamado Collioure, donde murió en
1939.
La poesía de Antonio Machado gira en trono a tres temas principales: la intimidad del
poeta, el paisaje o mundo exterior a él y su amor por Leonor, muerta al poco de
casarse.
• Su mundo interior está hecho de recuerdos, añoranzas, ensueños (mundos
imaginarios creados por el deseo y la soledad); y por el sentimiento del paso
del tiempo.
• El paisaje es Castilla y es Andalucía, porque vivió en ambos lugares; son las
gentes castellanas, su historia pasada y su vida presente. También es la
realidad nacional vista con sentido crítico.
• El amor de su mujer hace que salga por algún tiempo de su soledad y
ensimismamiento. Pero vuelve a ellos cuando Leonor muere.
Entre sus obras en verso y con características modernistas escribió Soledades,
Soledades, galerías y otros poemas. Con marcada influencia del 98 elaboró Campos
de Castilla.
También escribió teatro: La Lola se va a los puertos; y prosa: Juan de Mairena, Abel
Martín.
Campos de Castilla (Antonio Machado)
A un olmo seco
Al olmo viejo hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el Sol de
mayo,
algunas hojas verdes le han
salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo
amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
van trepando por él, y en sus
entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del
Duero,
con su hacha el leñador, y el
carpintero
te convierta en melena de
campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo, en el hogar,
mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un
torbellino
y tronche el soplo de las sierras
blancas;
antes que el río hasta la mar te
empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la
vida,
otro milagro de la primavera.
La aparición de Soledades coincide con el pleno apogeo del Modernismo, lo que queda claro a lo
largo de los poemas que componen el libro. Predomina el tono melancólico y doliente, la anécdota
argumental apenas existe y los temas son los propios del intimismo posromántico: el amor, el paso
del tiempo, la soledad, la infancia que se fue, los sueños... Quería Machado dejar hablar a su
alma. Utiliza el poeta símbolos con significados diversos y a veces cambiantes según los textos,
entre otros, la fuente, el agua que brota representan anhelos e ilusiones, pero también la
monotonía de la vida; la tarde es el momento propicio para la meditación, pero en ocasiones
supone la decadencia y el acabamiento. En la edición de 1907 desaparecen los poemas más
modernistas y se añaden otros nuevos. Son de un corte más intimista. Se evoca constantemente
el pasado perdido. Aparecen nuevos símbolos, como el de las galerías del alma, con el que
Machado pretende reflejar su interior. El paso imparable del tiempo y la proximidad de la muerte
dejan una huella de angustia. Aparece un Dios, al que se necesita vitalmente, pero al que la razón
no puede explicar; es una circunstancia semejante a la que vivía Unamuno. Otra característica
importante de la obra es que el paisaje descrito se impregna de los sentimientos del poeta, que se
busca a sí mismo con estos versos, y que no podemos incluir en éste o aquel movimiento literario,
pues es un producto de una reelaboración de lo que Machado conoce en poesía. En Campos de
Castilla se observan cambios importantes con respecto a la obra anterior, se camina desde el
subjetivismo hasta la realidad exterior que se impone aquí. El poeta sale de sí mismo para
encontrar las claves de la realidad en Castilla, prueba con algo distinto a la introspección
experimentada en su obra anterior. Hay una cierta vuelta a una poesía realista, con la que quiere
despegar del Modernismo simbolista. Esto no será visto con buenos ojos por quienes, como Juan
Ramón Jiménez, intentan alejarse también del Modernismo, pero por caminos distintos, el de la
poesía pura. Poesía realista y poesía pura se enfrentan y quedarán opuestas durante largo tiempo
en nuestra literatura. En la obra encontramos poemas sobre paisajes y gentes de Castilla. Con
una cierta mirada regeneracionista se destaca el contraste entre un pasado glorioso y un presente
de ruina. Aparecen textos que describen Castilla y otros que pintan una negra visión de lo español.
Después de la muerte de su esposa, cuando escribe desde Baeza sobre Castilla, el paisaje se
vuelve de nuevo subjetivo. También en Baeza y con una visión progresista, denuncia una España
tradicional que no evoluciona. Aparece asimismo en el texto una poesía sentenciosa de tipo
filosófico y moral en el apartado de Proverbios y cantares. El libro se cierra con un grupo de
poemas que destina a elogiar a personajes de la época, en los que refleja sus afinidades
intelectuales y personales. TEMA 2 2º de Bachillerato 4 Nuevas canciones. De un cancionero
apócrifo. Poesías de la guerra. En Nuevas canciones se incluyen un centenar más de Proverbios y
cantares, en los que Machado expresa sus inquietudes filosóficas. Toda esta poesía y la prosa
que escribe en esos momentos desvela insatisfacción por la lírica intelectual, la propia de Juan
Ramón Jiménez y por la lírica del XIX. Él busca una nueva poética que las supere a ambas y crea,
tanto en poesía como en prosa, una serie de escritores apócrifos a través de los cuales expone
sus ideas. Se opone Machado a la literatura deshumanizada de los nuevos poetas, según nos
dice él mismo, las imágenes, los conceptos, los sonidos no son nada por sí mismos, sólo valen en
poesía cuando son vehículos de hondos estados de conciencia. Entre los últimos textos poéticos
de Machado, dos grupos merecen destacarse: las “Canciones a Guiomar”, dedicadas a su amor
por Pilar Valderrama, y las poesías escritas durante la Guerra Civil, en las que deja claro su
compromiso social y político. Antonio Machado escribe también teatro y prosa, pero esto no cabe
en este tema. Ya hemos visto como en la poesía de A. Machado se produjo una evolución que
buscaba superar el Modernismo inicial. En la segunda década del siglo y por diferentes vías es
esta una tendencia generalizada. La poesía modernista se ha convertido en repetición de sí
misma y hacia 1914 se suele dar por terminado este movimiento, aunque su huella se va a
mantener durante mucho tiempo en la literatura. El final del Modernismo no se produce de una
manera brusca, los nuevos poetas comienzan eliminando los elementos más ornamentales y
superficiales y se adentran en un lenguaje más sencillo y personal, en el que no es rara ni la ironía
ni, con el paso del tiempo, cierta intelectualización. Estos poetas fueron llamados posmodernistas
o postsimbolistas, pero no fueron los únicos que se alejaron del Modernismo, otros lo hicieron
acentuando el componente intelectual y refrenando el sentimental.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Pero sin duda, el mayor innovador de la lírica española de su tiempo es Juan Ramón Jiménez.
Aunque también en ese camino de la renovación debemos señalar el neopopularimo , una
tendencia abierta por A. Machado y a la que no es ajena Juan Ramón. También encontramos en
estos momentos una reacción al Modernismo en el Vanguardismo, que se estudia en otro tema. Y
centrándonos ya en JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958), es muy complejo referirse a su obra
con la brevedad que exige un tema académico. Y esto no sólo por su extensión, sino por la
continua reelaboración de los textos y por la existencia de abundantes inéditos. Concibe su obra
como una unidad en la que se van integrando sus nuevos textos a la vez que se encuentran en
estado de permanente corrección los ya existentes, siempre a la búsqueda de la perfección
absoluta. TEMA 2 2º de Bachillerato 5 Un estudio diacrónico de su poesía nos permite conocer su
evolución estética y el ahondamiento en su proceso creador. El propio poeta establecía en sus
últimos años tres etapas en su obra: época sensitiva, época intelectual y época suficiente o
verdadera. La primera etapa llegaría hasta 1915. En las obras de este periodo descubrimos un
tono decadente de inequívoca adscripción neorromántica en Ninfeas y Almas de violeta. Se
reconoce la huella de Bécquer y la de los simbolistas franceses en Rimas . Arias tristes y Jardines
lejanos se encuadrarían en un Modernismo intimista y simbolista. Durante su estancia en Moguer
compone varios libros, que se publicarán después. En muchas de estas obras se conservan los
motivos modernistas, sin embargo, ya se adivinan elementos de una poesía más personal y un
intento de superación de ese Modernismo, adentrándose en el camino metafísico que seguirá
después su poesía. Estío es ya un claro exponente del cambio en la lírica de Juan Ramón. Nos
encontramos ante una poesía a la vez conceptual y formalmente sencilla, rasgos básicos en la
segunda etapa. La época intelectual se inicia con Diario de un poeta recién casado. Rompe de
manera definitiva con las tendencias modernistas y abre nuestra poesía a las innovaciones
vanguardistas más característica: verso libre, poemas en prosa, enumeraciones caóticas, palabras
y frases en inglés, uso del collage, etc. Pero además de estas novedades formales, este libro
supone una nueva concepción poética en sentido más profundo. Desaparece la anécdota y se
encamina hacia una poesía esencial, pura, desnuda, que busca la expresión de lo inefable como
en la mística, no obstante, aún perduran los elementos de la realidad que el poeta conoce. Los
libros siguientes (Eternidades, Piedra y cielo, Poesía y Belleza) prosigue el proceso de
intelectualización y abstracción. En línea con el aristocratismo novecentista, el poeta se dirige “a la
inmensa minoría”, aunque aclara que ello no contiene un sentido clasista. La estación total. La
índole metafísica de estos textos es progresivamente mayor: busca dar sentido a lo que le rodea.
El yo juanramoniano ansía lograr un estado de conciencia que explique las razones de la
existencia. La última etapa de su poesía comprende toda su producción de los años de exilio. En
otro costado aparece el poema Espacio en el que se recrea líricamente los conceptos claves del
último Juan Ramón (la unidad profunda de todo lo existente, la visión panteísta de la realidad, la
conciencia del poeta como Dios que da sentido al mundo). En Dios deseado y deseante se llega a
la posesión de esa conciencia según la cual el poeta se identifica con Dios, un dios que nada tiene
que ver con el cristiano. Un dios que se identificará con la Naturaleza y con la Belleza. Pero al final
Juan Ramón es consciente que no logra alcanzar sus anhelos, sólo puede perseguirlos.

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